Entrevista con Héctor y María Cristina Pucciarelli

A fines de mayo de 2010, nos visitó el Doctor Héctor Pucciarelli, Jefe de la División Antropología del Museo de la Plata; y su señora, María Cristina, funcionaria técnica de la misma institución. Su Museo, en Argentina, fue escenario, hace casi tres años, de solicitudes y demandas de las comunidades indígenas de la nación argentina y paraguaya respecto de la exhibición de material sensible: restos y cuerpos humanos, antepasados de las actuales culturas indígenas que aún habitan estos países.

Aprovechamos la oportunidad de esta visita para conversar con Héctor y María Cristina; puesto que la exhibición de restos humanos se ha constituido, en el mundo entero, en un tema de gran discusión. ¿Cómo conciliar los intereses de la ciencia, la curiosidad del público y las demandas de los pueblos originarios?...

Nuestro Museo ha vivido recientemente este dilema: en 2007 se retiraron de exhibición las famosas momias  atacameñas por solicitud de las comunidades locales. Presentamos aquí una de las posiciones con la esperanza de contribuir al debate del Patrimonio universal: la historia de los asentamientos humanos en diferentes territorios. Invitamos a quienes nos siguen a través de este Blog a compartir sus opiniones.




A continuación, un extracto de la entrevista:



L: El Área de Educación ha tenido la iniciativa de entrevistar a algunas personas, entre ellas investigadores, que nos visitan. Así que para iniciar la entrevista les pido que nos cuenten respecto de la función que desempeñan en el Museo de la Plata.

MC: El cargo mío es un cargo técnico, soy técnica del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y trabajo en la División de Antropología del Museo de la Plata. Con respecto a la sala que depende de la División donde yo trabajo y de la cual Héctor es el Director,  la sala se modificó hará 2 años atrás. La sala se cerró debido a la prohibición sobre la exhibición de restos humanos, sobre todo restos americanos. Nuestra sala exhibía una serie de momias americanas y, a raíz de todo el movimiento que hubo, se cerró la sala de antropología biológica. Estuvo un tiempo cerrada, un tiempo importante, y se retiraron todos los restos que en la Argentina se consideran “material sensible”. Quedaron en un depósito, y se pensó cómo modificar la sala... 

L: ¿Hubo mucha discusión, me imagino, para modificar la sala?

H: Sí, hubo mucha discusión con respecto a si era conveniente seguir exponiendo restos humanos, como se venía haciendo, o retirar lo que denominamos material sensible. Nosotros acatamos la resolución general, que era retirar el material, y fue retirado, pero yo particularmente pienso que ese fue un error, porque el espíritu de la presentación no era presentar material sensible por morbo, sino hacerlo como se había hecho toda la vida, con fines didácticos.

L: ¿Científicos?

H: Científicos y didácticos, de alto vuelo, podemos decir, porque nosotros podíamos explicar, desde la estructura por ejemplo cráneo-facial de un hombre de neandertal, hasta el hombre actual. Entonces las comparaciones se hacían directamente con los esqueletos. Con respecto al hombre de neandertal no teníamos neandertales reales, pero había buenas reproducciones. Cuando viene toda esta nueva ola sobre el tratamiento del material sensible, lo que yo hice particularmente fue aceptar lo que se proponía, porque hubo una especie de asamblea muy interesante en la que cada uno, sobre todo los jefes de cada división, presentaron sus convicciones y sus criterios en lo que respectaba a la presentación del material sensible...

L: ¿Cuándo y dónde estuvo entonces el punto de quiebre respecto de pensarlo morboso, de verlo de alguna manera así?

H: Ese punto de inflexión, digamos, se dio junto con todo un proceso de revisionismo histórico respecto del comportamiento de los antiguos  profesores y científicos del Museo de La Plata; a muchos de los cuales se les endilgaba el hecho de que en la gran guerra que hubo – porque fue realmente una guerra – contra los grupos aborígenes, para permitir e instaurar el desarrollo de Repúblicas como Chile, como Argentina; el Museo fue visto como una cárcel para estos aborígenes…

Para continuar leyendo, pinche aquí: entrevista completa.

¡No hay edad para apreciar el Patrimonio!















Joaquín Velásquez, santiaguino de dos años de edad, nos ha sorprendido como uno de nuestros visitantes más jóvenes interesados en mirar el material audiovisual de la actual exposición temporal "Del Congo Belga al Desierto de Atacama, el sacerdote y científico Gustavo Le Paige (1903-1980)". 

Les invitamos a visitarnos, sorprenderse con las facetas de nuestro fundador y maravillar-se (nos) así como lo hizo el pequeño Joaquín, quien a través de sus pequeños gestos y miradas nos hizo comprender que no hay edad para apreciar el patrimonio.